La Filosofía para Niños y el Entretenimiento
- Javier Ramírez
- 29 sept 2017
- 3 Min. de lectura
Pretender combinar la filosofía con el entretenimiento pareciera algo absurdo, pues, en principio, son dos actividades contrarias en sus fines y en sus medios. La primera, persigue la reflexión profunda, el cuestionamiento, trabajar con las ideas, con la razón, lo que, a su vez, implica crear espacios de pausa, de silencio, de darse tiempo par pensar; mientras que la otra, como su nombre lo dice, solo pretende entretener, hacer pasar un buen rato a las personas, es decir, poner en suspenso todos lo que tenga que ver con el pensamiento y darle paso a la diversión, Pero, ¿por qué no pensar que, lejos de ser dos actividades, en principio, contrarias, tal vez podrían complementarse mutuamente? ¿Por qué habrían de excluirse una a la otra, pudiendo ser parte de una nueva forma de hacer las cosas?
El rechazo que hay hacia la filosofía tal vez tenga que ver con esa incapacidad y cerrazón para hacer de esta ciencia algo divertido. Por lo regular nos la presentan como algo abstracto y con una dinámica que no le favorece en su intención de querer captar la atención de quienes intentan acercarse a ella. Por su parte, la industria del entretenimiento ha enfocado su interés y atención en presentar cosas de contenido poco o nada profundo, que posibilite la acción de pensar y reflexionar, por el contrario, cada vez se empeña más en provocar la risa o la carcajada a como de lugar, entendiendo que en eso consiste la calidad y el valor del entretenimiento.
Durante años he escuchado expresar un rechazo automático de los filósofos e intelectuales hacia aquello que tenga que ver con el entretenimiento que carece de contenido
Combinar la Filosofía con el entretenimiento no es cosa fácil, pues pudiera ser que por entretener nos perdamos la oportunidad de profundizar en las ideas expuestas, o bien, por filosofar hagamos de la experiencia algo denso y aburrido, sin embargo, creo que es preferible correr los riesgos que esto implica, que renunciar a la posibilidad de hacerlo.
Ahora bien, ¿cómo hacer para que un espectáculo sea, al mismo tiempo, una experiencia filosófica? Todo depende del significado que de cada concepto se tenga. Para nosotros, un espectáculo es un evento en el que hay una propuesta, una intención de divertir, de jugar, de crear un espacio lleno de humor, donde los participantes pasen un momento agradable, lleno de sonrisas y ocurrencias, y donde la imaginación esta presente de forma continua. Y la Filosofía la entendemos como una actitud, donde la capacidad de sorprenderse es fundamental, donde hacer preguntas es divertido, donde dudar es un principio, donde detenerse a pensar es una oportunidad de conocerse un poco más a sí mismo, donde la palabra es un compromiso, donde nada sucede sin un "¿por qué?", donde no podemos ver las cosas como algo dado, como algo "normal" ; de tal forma, entendemos que una experiencia es filosófica desde el momento que se le da un espacio a la duda, al pensamiento, a las preguntas que confrontan nuestras ideas, a nuestra capacidad de abstraer y crear conceptos, a nuestra posibilidad de dar razones que sustenten lo que decimos(dar argumentos), donde somos capaces de definir, de sacar conclusiones, de trabajar en una idea que no es nuestra con el único afán de acercarnos a la verdad y comprender mejor nuestra realidad, pues solo así se puede estar en condiciones de transformarla.
No es fácil conjuntar filosofía y entretenimiento, pero seguro estoy de que es posible.

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